Sara Méndez nació en Montevideo en 1944, participó de muy joven en grupos cristianos con fuerte compromiso social. Estudió magisterio y allí inició una militancia gremial y una formación en experiencias socio pedagógicas del medio rural. Se vinculó con la Federación Anarquista Uruguaya (FAU) primero y posteriormente con el sector estudiantil de la Organización Político Revolucionaria 33 Orientales (OPR 33).
Luego del golpe de Estado de junio de 1973 Sara se radicó en Buenos Aires, decisión que fue tomada colectivamente por integrantes de su grupo político.
En 1974 en Argentina la actuación de grupos parapoliciales de extrema derecha agudizó una escalada de violencia y persecución en el marco de las coordinaciones represivas previas al Plan Cóndor. Paralelamente los exiliados uruguayos comenzaron a organizarse en ese país y Sara participó activamente en la realización del Congreso fundacional del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP) en 1975.
El 24 de marzo de 1976 se produjo el golpe de Estado en Argentina, lo que rápidamente recrudeció la persecución política. En particular, ese año, más de 50 militantes del PVP fueron secuestrados en Buenos Aires en dos olas: la primera entre junio y julio, y la segunda entre septiembre y octubre.
Para junio Sara cursaba sus últimas semanas de embarazo. El 22 de ese mes nació el hijo de Sara en un hospital de Buenos Aires, ella portaba un documento falso a nombre de Stella Maris Riquelo e inscribió al niño como Simón Riquelo. Para ese momento ella convivía junto a una compañera de militancia y con su pareja Mauricio Gatti aumentando los mecanismos de seguridad luego del secuestro de muchos de sus compañeros.
El 13 de julio un grupo de represores uruguayos y argentinos, liderados por el Mayor José Nino Gavazzo ingresaron al apartamento donde vivían. Sara fue llevada al centro clandestino de detención y tortura (CCDyT) Automotores Orletti. Luego, el 24 de julio fue trasladada en un vuelo de la Fuerza Aérea Uruguay en forma clandestina a Montevideo y permaneció en condición de detenida-desaparecida hasta noviembre. En ese lapso primero estuvo secuestrada en el CCDyT conocido como Casona de Punta Gorda y luego en el CCDyT que funcionaba en una sede del Servicio de Información de Defensa (SID).
Posteriormente, ella y un grupo de sobrevivientes del secuestro en Buenos Aires, fueron procesados por la justicia militar y confinados en cárceles políticas en Uruguay. No volvió a saber de su hijo, que solo tenía 21 días cuando lo separan de ella. Fue liberada recién en 1981 y desde entonces intensificó el reclamo y la búsqueda del niño.
En 1984, cuando aún Uruguay vivía en dictadura, Sara viajó a Buenos Aires vinculándose con Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, intentando encontrar datos sobre el destino de Simón. En 1985 declaró por primera vez su historia en el proceso que se conoce como Juicio a las Juntas creado por decreto del presidente argentino Raúl Alfonsín.
Por otra parte en Uruguay, el presidente Julio María Sanguinetti que asumió en marzo de 1985, fortaleció un discurso negacionista de la dimensión de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura. En este contexto, entre otras acciones, solicitó impedir la emisión de un spot televisivo de Sara en el que solicitaba ayuda para encontrar a su hijo. Dicho spot fue creado en el marco de la campaña contra la ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, que finalmente el Parlamento aprobó el 22 de diciembre de 1986.
Durante 13 años Sara siguió la pista de que su hijo, podría ser un joven criado por familiares cercanos a militares uruguayos sin que se le permitiera acceder a pruebas que confirmaran o descartaran esa posibilidad. Sara recorrió varios países de Europa y lideró una campaña internacional en búsqueda de Simón.
En 2001 por la investigación del periodista Roger Rodríguez y del legislador Rafael Michelini, fue posible tender las redes que permitieron el reencuentro. A 26 años de su secuestro, en marzo del 2002 Sara se reencontró con su hijo, quien había sido apropiado por un policía la misma noche del secuestro.
En el contexto del plan sistemático de apropiación de bebés implementado en Argentina, las madres fueron asesinadas y desaparecidas. La sobrevivencia de Sara fue una excepción que permitió que su búsqueda y su testimonio, en distintas instancias judiciales de Argentina y Uruguay, haya sido un elemento fundamental para develar la operativa represiva del Plan Cóndor.